MI CONFRONTACIÓN CON LA DOCENCIA
Fui formado en escuelas particulares con estricta disciplina y con altos estándares de calidad, al menos eso se pretendía. La gran carga de material por aprender, las exigencias de entrega y presentación de nuestros trabajos, generó en mí un perfil de alumno que se vio fuertemente sacudida en mi transición al bachillerato, ingresé al CBTIS, todo era nuevo, diferente y debo confesar, liberador. No tenía la presión de la directora sobre mí, no había quien hablara a mis padres para informar de mi conducta, los compañeros eran de un nivel socioeconómico menor y eso me enseñó a valorarlos y a valorar lo que yo tenía, fue la mejor experiencia como alumno y, quizás, quise iniciar con esta remembranza, porque mucho de lo que hoy soy como maestro lo debo a los modelos que obtuve en mi paso por la preparatoria.
Intento ser un buen maestro. Pretendo dar una clase de buen nivel, de altas exigencias. Mis materias son difíciles a criterio de mis propios alumnos, los exámenes le quitan el sueño a algunos y creo ser justo en mis calificaciones, nunca he sido juzgado por ser parcial, aun cuando muchos de mis alumnos forman parte del equipo de fútbol americano que entreno, eso no les da ninguna concesión. Nunca he tenido problemas para el control disciplinario, incluso desde mis primeros años (tenía 21) y creo que, de forma natural, se me da esa capacidad de control, sin rayar en el autoritarismo. Mis alumnos me han ofrecido siempre un respeto que agradezco, pero siento también que me han favorecido con un buen trato, intento mantener relaciones cordiales con todos y una cualidad, que se ha “oxidado” un poco a últimas fechas es la paciencia. Trato de explicar hasta que no haya dudas, pero todos sabemos lo subjetivo que es eso. Muchos me han dicho que tengo facilidad para explicar y creo que eso es un don y no lo digo vanidosamente, por el contrario, esa facilidad es espontánea y funciona tan bien, que creo, que es aquí donde empiezo a descubrir mis fallas como docente. Me siento tan cómodo, que he convertido a la improvisación como parte de mis características. No soy organizado en lo más mínimo. Sí preparo mi clase, pero soy rebelde a seguir un guión, así que “invento” según las circunstancias que el grupo me plantea y, aún cuando eso me ofrece un constante dinamismo y mantiene al grupo alerta, no soy capaz de establecer procedimientos. He tenido el sueño, por mas de 10 años, de contar con el manual de prácticas para Lenguaje de Programación, pero cada año, con cada grupo, cambio tanto según las circunstancias, que no soy capaz de concluir ese proyecto. El andamio me permitió retratarme como una extraña mezcla de mis maestros de enseñanza básica: Estricto y capaz. Pero con una actitud de mis profesores de bachillerato: Abierto y “buena onda”. Al final, creo que uno a veces es incapaz de ver sus propios defectos, en mi deben ser muchos, pero resalto mi desorganización y mi dureza, pues aún cuando es bien intencionada, no sé a cuantos he afectado con esa actitud exigente y firme.
Fui formado en escuelas particulares con estricta disciplina y con altos estándares de calidad, al menos eso se pretendía. La gran carga de material por aprender, las exigencias de entrega y presentación de nuestros trabajos, generó en mí un perfil de alumno que se vio fuertemente sacudida en mi transición al bachillerato, ingresé al CBTIS, todo era nuevo, diferente y debo confesar, liberador. No tenía la presión de la directora sobre mí, no había quien hablara a mis padres para informar de mi conducta, los compañeros eran de un nivel socioeconómico menor y eso me enseñó a valorarlos y a valorar lo que yo tenía, fue la mejor experiencia como alumno y, quizás, quise iniciar con esta remembranza, porque mucho de lo que hoy soy como maestro lo debo a los modelos que obtuve en mi paso por la preparatoria.
Intento ser un buen maestro. Pretendo dar una clase de buen nivel, de altas exigencias. Mis materias son difíciles a criterio de mis propios alumnos, los exámenes le quitan el sueño a algunos y creo ser justo en mis calificaciones, nunca he sido juzgado por ser parcial, aun cuando muchos de mis alumnos forman parte del equipo de fútbol americano que entreno, eso no les da ninguna concesión. Nunca he tenido problemas para el control disciplinario, incluso desde mis primeros años (tenía 21) y creo que, de forma natural, se me da esa capacidad de control, sin rayar en el autoritarismo. Mis alumnos me han ofrecido siempre un respeto que agradezco, pero siento también que me han favorecido con un buen trato, intento mantener relaciones cordiales con todos y una cualidad, que se ha “oxidado” un poco a últimas fechas es la paciencia. Trato de explicar hasta que no haya dudas, pero todos sabemos lo subjetivo que es eso. Muchos me han dicho que tengo facilidad para explicar y creo que eso es un don y no lo digo vanidosamente, por el contrario, esa facilidad es espontánea y funciona tan bien, que creo, que es aquí donde empiezo a descubrir mis fallas como docente. Me siento tan cómodo, que he convertido a la improvisación como parte de mis características. No soy organizado en lo más mínimo. Sí preparo mi clase, pero soy rebelde a seguir un guión, así que “invento” según las circunstancias que el grupo me plantea y, aún cuando eso me ofrece un constante dinamismo y mantiene al grupo alerta, no soy capaz de establecer procedimientos. He tenido el sueño, por mas de 10 años, de contar con el manual de prácticas para Lenguaje de Programación, pero cada año, con cada grupo, cambio tanto según las circunstancias, que no soy capaz de concluir ese proyecto. El andamio me permitió retratarme como una extraña mezcla de mis maestros de enseñanza básica: Estricto y capaz. Pero con una actitud de mis profesores de bachillerato: Abierto y “buena onda”. Al final, creo que uno a veces es incapaz de ver sus propios defectos, en mi deben ser muchos, pero resalto mi desorganización y mi dureza, pues aún cuando es bien intencionada, no sé a cuantos he afectado con esa actitud exigente y firme.
No hay comentarios:
Publicar un comentario