
Son muchos los que opinan, que lo que nos distingue como humanos es nuestra capacidad de razonamiento, coincido con eso, solo que tendríamos que agregar nuestros desarrollos creativos, la libertad de decisión, la socialización, las emociones y sentimientos, nuestros sueños y anhelos y por último nuestro sentido de realización. Esto es lo que nos hace seres humanos y este es el objetivo final de una verdadera educación. ¿Fácil? ¿Trivial? No lo creo.
Situaciones tan sencillas en un bebé, resultan sumamente trascendentes para quienes vivimos de cerca sus aprendizajes, conocer sus manos, aprender a comer por si solo, a gatear, a descubrir, sus primeras palabras, sus primeros pasos, todo y todo lo que continúa son aprendizajes que lo van formando y lo hacen funcional en la sociedad.
La escuela olvida el sentido formativo y humanizante de la educación cuando trivializa el conocimiento a la sola repetición de conceptos o a la realización específica de alguna tarea. Concuerdo en que el aprendizaje debe envolver por lo menos tres areas del educando, los conocimientos, las habilidades y las actitudes (saber, saber hacer y saber ser). Mismas que no pueden ser medibles bajo términos específicamente cuantitativos, eso es irreal e injusto.
Se nos ha invitado a renovar nuestras concepciones de la evaluación, recordándonos tres momentos de ella: la evaluación diagnóstica, la formativa o continua y la final o sumativa. De realizarlas así, nos enteraríamos por un lado, de los conocimientos que ya posee el alumno y nos daría la idea de su crecimiento, por otro de cómo se involucra en las tareas diarias y sus actitudes, al final será necesario el desplegué de sus habilidades para hacer muestra de las competencias adquiridas. ¿Fácil? ¿Trivial? No lo creo.